4 de abril de 2012

Cuadernos hispánicos (XI): Parque de Cabárceno

El día anterior a volver definitivamente a casa después de nuestras vacaciones de Navidad, decidimos pasarlo completo en el Parque de la Naturaleza de Cabárceno; varias personas nos han recomendado la visita porque dicen que es un sitio que merece la pena conocer, que los animales allí están muy bien cuidados y que el entorno en el que se sitúa el parque es digno de ver. Así que le hemos reservado un día en nuestra agenda viajera.

El parque de Cabárceno no es ni un zoológico convencional como los que todos conocemos, ni tampoco es exactamente un parque natural. En realidad es, como ellos mismos se definen, un espacio naturalizado por la mano del hombre. Lo que han hecho es aprovechar una antigua explotación minera, que ocupa nada menos que 750 hectáreas y está situada a cielo abierto, para diseñar este parque. En él se acoge a especies animales originarias de los cinco continentes, distribuidas en recintos bastante grandes en los que a veces incluso hay varias especies diferentes que comparten espacio, todo ello en un régimen de semilibertad. La idea principal es que los animales vivan en un ambiente lo más natural posible; de hecho, lo único que se les facilita diariamente es la alimentación. El resto de sus actividades están determinadas por su instinto, por ejemplo las peleas entre machos en época de celo. Parece ser que las instalaciones de este parque se encuentran entre las mejor valoradas por los organismos que se encargan de vigilar las condiciones de vida de los animales en este tipo de recintos. Y, como no podía ser de otra manera, es uno de los mayores atractivos turísticos del norte de España.

Cabárceno tiene unos 20 kilómetros de carreteras que lo recorren, y guiándonos por ellas podemos ver absolutamente todo, sin perdernos ni un detalle. Con el plano que te dan en la entrada te puedes guiar perfectamente, ya que tiene marcado con flechas el recorrido ideal (además de indicarte los sitios en los que hay algún mirador, áreas de picnic, restaurantes, cafeterías, zonas de pesca, tiendas de regalos, teléfonos públicos, zonas de aparcamiento, oficinas de información y enfermería); también puedes ir siguiendo las indicaciones del CD, o si lo prefieres, ir a tu aire. Como Cabárceno es bastante grande, nosotros decidimos que lo mejor es ir siguiendo el itinerario recomendado; y a la vez vamos marcando en el plano los sitios por los que pasamos. Así nos aseguramos de que no nos quedará nada por ver. Eso sí, para verlo todo con detenimiento hay que echarle un día entero, que en sitios como este no es plan de ver las cosas en plan acelerado... Además, para ver a los animales te tienes que bajar del coche cada dos por tres, así que si eres de los que se estresan fácilmente mejor que ni te molestes en ir, porque si no te apetece lo de bajar del coche no vas a ver prácticamente nada de nada.

En el bloque oeste tenemos en primer lugar el reptilario, seguido del recinto de los gorilas, el denominado recinto de otros animales (con jaguares, asnos, corzos, tigres, ciervos...) y por último el recinto de los leones marinos, donde se puede ver, si coinciden los horarios, una exhibición de estos animales.

Por otro lado está el bloque sur, donde se encuentran el área de educación medioambiental, aunque este día nosotros la encontramos cerrada; la exhibición de técnicas de vuelo de aves rapaces, donde hay algunas de ellas que nos pasan rozando la cabeza en pleno vuelo, y como en el bloque anterior, un recinto de otros animales (que en este caso son hipopótamos, cebras, osos, avestruces y jirafas, entre otros).

Y por último está el bloque este, donde podemos observar canguros, papiones, leones, linces, bisontes, caballos, lobos (aunque los vemos muy de lejos) y elefantes. Junto al recinto de los elefantes se encuentra una de las salidas del parque, así que como ya se hace tarde y empieza a anochecer, aprovechamos para salir por aquí en lugar de atravesar todo el parque y salir por el mismo sitio por el que hemos entrado, que era lo que teníamos pensado al principio.

Tengo que decir que esta visita me gusta bastante, aunque los zoos siempre despiertan en mí sentimientos contradictorios sin que pueda hacer nada por evitarlo: por un lado, supongo que los animales aquí están muy bien cuidados y lejos de peligros como cazadores furtivos, maltratos, etc.; pero por otro me da muchísima pena pensar que en el fondo están aquí siempre encerrados, por mucho espacio libre que tengan y por el que puedan moverse a sus anchas...



Para despedirnos de Cantabria, al día siguiente decidimos hacer una breve excursión por la mañana para ir a visitar las famosísimas cuevas del Soplao. Esta es una visita totalmente recomendable, aunque la carretera que lleva hasta allí no es apta para aquellos que se suelan marear en el coche.

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