31 de marzo de 2010

Qué guardería más rara...

Casi siempre he tenido la costumbre de leer periódicos de todos los colores y de todas las tendencias, aparte de porque me resulta divertido comparar el enfoque que cada uno le da a la misma noticia, también porque a veces los artículos son todo un filón para encontrar no sólo informaciones interesantes, sino gazapos varios.

Estos gazapos a veces te hacen reír, y en otras ocasiones hasta te llegan a indignar al ver lo rematadamente mal que escriben algunos periodistas, o lo poco que corrigen sus textos antes de publicarlos. No niego el hecho de que en las redacciones siempre suelen ir bastante atacados, justos de tiempo y con mucho estrés, pero digo yo que eso no quita para que se le eche un vistazo a las cosas antes de que salgan a la luz...

Es el caso del titular que ha aparecido hoy, 31 de marzo de 2010, en el periódico ABC. Se trata de una irregularidad cometida en una guardería, en la que al parecer varios bebés han resultado intoxicados porque les habían administrado sedantes. Desde luego, el titular no tiene desperdicio:

"Los análisis toxicológicos indican que los bebés intoxicados en Vigo habían sedados en la guardería".

¿No se habrán dado cuenta los redactores de que ahí falta algo? ¿O es que se trata de una nueva construcción sintáctica de la lengua española, y yo no me había dado cuenta? Juzgad vosotros mismos...

24 de marzo de 2010

Telefóno ¿quéeeeeeee?

Por cortesía de José Luis García, hemos recibido este impresionante documento gráfico. A pesar de que hemos ampliado la foto no ha sido posible averiguar de qué tienda se trata, aunque por el tamaño que se intuye que puede tener el local, no parece que sea precisamente cualquier chiringuito de todo a cien...

Desgraciadamente, tampoco hemos conseguido averiguar qué modelo concreto es el teléfono inhalámbrico (inhalambrico, en realidad, según reza el cartel) ni qué prestaciones tiene, pero desde luego debe de ser uno que se vende bastante bien, porque ese nombre ya lo hemos visto por ahí alguna que otra vez más; lo mismo ocurre con el horno modelo microhondas, que hemos podido comprobar que también lo venden en más de un sitio.

Si la pobre doña María Moliner levantara la cabeza seguro que se volvería a morir, pero esta vez del susto...

19 de marzo de 2010

Cuadernos germánicos (IX): Rothenburg ob der Tauber

Son 215 kilómetros los que separan Maguncia y Rothenburg, así que de nuevo nos pegamos un buen madrugón para llegar allí temprano. Según todas las guías turísticas, como Rothenburg ob der Tauber (hay otro Rothenburg) tiene fama de ser una de las ciudades más bonitas de Alemania, suele estar bastante concurrida (es una de las principales paradas de la ruta romántica), así que decidimos llegar lo más temprano posible para no encontrar demasiada aglomeración ni de gente ni de coches.

Toda la ciudad es de calles peatonales y empedradas, y por supuesto está prohibida la entrada a los coches y autocares; por lo tanto, lo más práctico es dejar el coche en cualquiera de los aparcamientos que hay fuera de la muralla de la ciudad. Algunos de estos aparcamientos son gratuitos, y por eso es recomendable madrugar, ya que así será mucho más fácil encontrar sitio.

Marktplatz
Después de dejar el coche en un aparcamiento que está justo al lado de una de las puertas de la muralla, vamos caminando hacia el centro. La primera parada que decidimos hacer es en Marktplatz; en toda ciudad alemana que se precie no puede faltar la plaza del mercado, que siempre está situada en pleno centro y que se llena de puestecillos el día estipulado para que los vendedores expongan allí su mercancía.

En esta plaza, además del mercado, nos encontraremos dos de los edificios más conocidos de la ciudad: por un lado el Rathaus (ayuntamiento), que se comenzó a construir durante el siglo XVI y se terminó en el Renacimiento. Está compuesto por dos edificios que se unen por un patio interior, en cuyo portal se puede observar el antiguo sistema de medición de Rothenburg, que se publicaba en la Marktplat.
Vistas desde la torre del ayuntamiento
Dentro del edificio podemos subir a la Rathausturm (torre del ayuntamiento), a la que se accede desde la puerta principal. Cuando nosotros llegamos allí no encontramos taquilla ni nada que se le parezca, así que vamos siguiendo las indicaciones para subir hasta la torre. En los primeros tramos las escaleras son de piedra, muy anchas y bastante cómodas de subir, pero al poco rato aquello empieza a estar cada vez más oscuro, y las escaleras de madera y un poco más inestables. Cuando ya empezamos a mosquearnos un poco porque aquello parece una broma de cámara oculta, llegamos a un habitáculo estrechísimo en el que hay un señor que te cobra la entrada. Menudo curro, tener que subir y bajar de allí todos los días para cobrarle un euro a cada persona que quiera subir...

El caso es que desde la torre hay unas vistas estupendas de toda la ciudad y del valle del Tauber, pero sólo lo sé porque lo he visto en las fotos. El último tramo de escaleras está muy mal, es tan estrecho y yo estoy ya agobiada, y encima según vamos subiendo, Juan, que con su altura se las ve y se las desea para entrar por la escalera final, me arrea una patada en toda la cara (espero que sin querer) y lo único que veo son las estrellas, así que me doy la vuelta y lo espero abajo sin llegar a asomarme a la puñetera torre. En fin, después me cuenta que casi se ha quedado encajado en el último tramo y que luego arriba hay un montón de gente y aquello es un agobio.

Taberna de los concejales
El segundo edificio destacable en la Marktplatz es Ratstrinkstube (taberna de los concejales); en su fachada, a las horas en punto, se abren dos ventanas con figuras que reproducen la leyenda del Meistertrunk (trago magistral). Esta leyenda se remonta al año 1631, cuando las tropas católicas ocuparon la ciudad (que era protestante). El general católico Tilly amenazó a la población con saquearla y llevar a cabo acciones violentas contra ella, a no ser que algún concejal consiguiera beber de un solo trago un cántaro de casi un litro de vino. Según esta leyenda, el antiguo alcalde Nusch consiguió superar el reto y salvar así a la ciudad.

Al lado de Marktplatz se encuentra Georgsbrünnen (fuente de San Jorge). Es la más grande de la ciudad, con 8 metros de profundidad y una capacidad de 100.000 litros. Sus adornos proceden del Renacimiento tardío.

Si seguimos caminando por el casco antiguo llegamos a Jakobskirche (iglesia de Santiago), de estilo gótico, y el mayor lugar de peregrinaje de la ciudad. Su principal atracción es el Heilig Blut Altar (altar de la sangre divina), que tiene un cristal de roca que se supone que alberga en su interior una gota de la sangre de Jesucristo. La iglesia se puede visitar todos los días, y si accedemos durante los oficios podremos hacerlo de manera gratuita.

Nuestra siguiente parada es Burgtor (puerta del castillo), situada en uno de los tramos de la muralla y que es, como su nombre indica, una de las puertas que daban acceso a la ciudad, por un lado a su centro histórico y por el otro a los jardines del castillo. En uno de sus lados hay una máscara, a través de cuya boca se tiraba brea caliente a los malhechores que se acercaban. Seguro que se les quitaban las ganas...

Vistas desde los jardines del castillo
Al atravesar la puerta, nos encontramos con los Burggarten (jardines del castillo), cuyo nombre es un poco equívoco, ya que los castillos del siglo XIX no tenían jardín. Desde estos jardines hay unas vistas preciosas de las afueras de la ciudad y del valle del Tauber (igual que desde la torre del ayuntamiento). Además de los jardines, fuentes y un mini jardín botánico, aquí se encuentra también la Blasiuskapelle (capilla de San Blas), que se construyó como alojamiento para los invitados del rey, y que en la actualidad sirve como monumento conmemorativo a los caídos en las dos guerras mundiales.

Muy cerca de la puerta del castillo, por la que se accede a estos jardines, hay un señor muy animado tocando el violín. En el rato que estamos paseando por allí, intenta pegar la hebra con todo el que pasa; en un montón de idiomas diferentes, te pregunta qué música te gusta para hacerte la demostración de que pidas lo que pidas es capaz de tocarlo.

Museo medieval del crimen
Después del paseo, volvemos a cruzar la puerta y tomamos la primera calle a la derecha, que es la que nos lleva al Mittelalterliches Kriminalmuseum (museo medieval del crimen). El museo está alojado en el edificio que ocupaba la antigua encomienda de la orden de San Juan, y muestra en sus instalaciones unos 1000 años de la historia legislativa de Europa. Tiene una superficie de 2.000 m2, distribuidos en cuatro pisos, y en él podemos ver todo tipo de instrumentos de tortura, documentos y sellos antiguos, cinturones de castidad, maquetas, herramientas utilizadas por los verdugos, etc. Hay incluso un famoso instrumento de tortura conocido como dama de hierro, que da bastante repelús.

Volviendo hacia el centro de nuevo, llegamos hasta Markusturm (torre de San Marcos), que fue construida hacia el año 1200, cuando se levantó la primera muralla de la ciudad. Por último, vamos otra vez hacia Marktplatz y paramos en una de las muchas tiendas en las que venden el dulce típico de Rothenburg, las Schneeballen (bolas de nieve). Son unas bolas de masa dulce rebozadas en canela o azúcar; estas dos son las más típicas, pero también las podéis encontrar rebozadas en chocolate, limón, coco, vainilla, y un montón de cosas más. Las hay de tamaño mini o de tamaño familiar, y también venden latas con varias bolas. Yo no las había probado en la vida, ni sabía de su existencia, y me quedo con ganas de llevarme unos cuantos kilos. Tengo que investigar a ver si encuentro la receta por ahí, que tienen pinta de ser fáciles de hacer.

Después de comernos un par de Schneeballen (cada una de ellas de tamaño familiar) en las escaleras del ayuntamiento, nos dirigimos de nuevo hacia la muralla y recogemos el coche. Por la tarde tenemos pensado visitar Wiesbaden y el trayecto hasta allí es de 215 kilómetros, así que aún nos toca un pequeño paseo...

14 de marzo de 2010

Traducciones de todo a cien

ConservasAunque a mucha gente le cuesta trabajo entenderlo, siempre se dice que eso de traducir cosas de un idioma a otro no se puede hacer de forma totalmente literal, ya que hay expresiones, giros y significados que en un idioma pueden tener todo el sentido del mundo pero al traducirlos a otro pierden todo su significado. Supongo que por este motivo se oye a veces la frase aquella que dice eso de "traductores, traidores".

Pues bien, este debe de ser el caso de quienes han traducido la carta de un restaurante localizado en la calle Cádiz, de Madrid. Uno de sus platos son las conservas (que en este caso se trata de delicias del mar) y ellos, ni cortos ni perezosos, han llegado a la conclusión de que "conservas" es la segunda persona del singular del presente de indicativo del verbo "conservar", y como tal lo han traducido: conservas = you preserve. Y se han quedado tan a gusto, oiga. Mientras tanto, a saber la cantidad de traductores de verdad que estarán en paro...

10 de marzo de 2010

Cuadernos germánicos (VIII): Rüdesheim

Después de la visita a Coblenza y al monasterio de El nombre de la rosa, nos dirigimos hacia Rüdesheim, una ciudad pequeñita (con unos 10.000 habitantes) que se encuentra a orillas del Rin, en su margen derecha si miramos desde Maguncia en dirección a Coblenza. Desde allí está a unos 65 kilómetros, así que en menos de una horita hemos llegado.

Drosselgasse
Tras dejar el coche en uno de los aparcamientos que hay al aire libre (que por cierto, no nos enteramos bien de lo de las horas y le echamos al parquímetro más pasta de la que tocaba; en fin...), decidimos empezar el recorrido por Drosselgasse, la calle más famosa de Rüdesheim. Se trata de un callejón tan pequeño que casi parece un túnel, con letreros por todas partes y multitud de bares llenos de gente y con la música a toda pastilla. Hace muchos años que no voy a Benidorm, pero esta zona me lo recordó, porque como no hablo alemán no tengo ni idea de lo que decían las canciones que se podían escuchar en los baretos, pero por los soniquetes me pareció que en cualquier momento se pondrían a sonar "La barbacoa", "El chiringuito" o similares.

En la parte superior de Drosselgasse tenemos Oberstrasse, otra de las calles principales de la ciudad. Esta calle también está llena de sitios donde comer y beber, y además en ella encontraremos toda clase de tiendas de recuerdos; parece la invasión de los relojes de cuco... Eso sí, si estás interesado en comprar alguno tendrás que espabilar, porque incluso en verano hay tiendas que a las 6 de la tarde ya están echando el cierre.
Subida a Niederwald Denkmal
Para ver todo mucho mejor desde las alturas, decidimos subir a Niederwald Denkmal, un monte situado junto a los viñedos. Podemos subir por los caminos que se encuentran entre las viñas (todos ellos están marcados), o bien coger el teleférico hasta la cima. Nosotros cogemos el teleférico; una vez arriba, en el chiringuito donde se coge el funicular para volver a bajar, hay una pantalla en la que puedes ver la foto que te han hecho mientras subías. Nosotros no la compramos porque la verdad es que nos parece demasiado cara y además no sé si es que estábamos contemplando el paisaje o qué, pero se nos ve a los dos mirando pa Cuenca y casi ni se nos reconoce, así que pasamos.

Germania
Al llegar arriba del todo, podemos dar un voltio por el parquecillo que hay, con bosque incluido, desde el que se tienen unas vistas estupendas de toda la ciudad y del Rin. También allí nos encontraremos con Germania, un monumento enorme (mide 38 metros de altura) que conmemora la creación del Reich alemán en 1871. La figura central del monumento es precisamente Germania, como representación del pueblo alemán. En su mano derecha sostiene una corona, y en la izquierda una espada. La inscripción que se encuentra en el pedestal del monumento dice lo siguiente: "ZUM ANDENKEN AN DIE EINMUETHIGE SIEGREICHE ERHEBUNG DES DEUTSCHEN VOLKES UND AN DIE WIEDERAUFRICHTUNG DES DEUTSCHEN REICHES 1870-1871."; es decir, "En memoria de la victoria del pueblo alemán y de la restitución del imperio germánico 1870-1871". Parece ser que algunos interpretan esto como un mensaje contra los invasores franceses.

Después de estar un rato por allí, cogemos de nuevo el teleférico para volver a bajar al centro, y una vez ahí paramos otra vez en Drosselgasse para sentarnos en una de las Biergarten a tomarnos un refrigerio; es que parece mentira el calor que pasamos en este viaje. Para que luego digan que en Alemania no hace sol, que el día del crucero por el Rin volvimos con la cara como dos mapaches...

Y con esto y un bizcocho, termina nuestra visita a Rüdesheim. La cosa ha sido breve, pero es que tampoco da mucho más de sí. Volvemos hacia casa (estamos casi al lado, a unos 34 kilómetros) y nos acostamos pronto, que al día siguiente toca madrugar para ir hasta Rothenburg ob der Tauber; según nos han dicho, es una de las ciudades más bonitas de toda Alemania...

9 de marzo de 2010

Huy...

No recuerdo si esto ya venía de antes, pero me da la sensación de que últimamente la han tomado con las redes sociales. Y después de leer esta noticia, me parece que ahora le van a seguir dando tanto bombo a la cosa que va a resultar que Facebook es el diablo, como hace años lo era eso de los juegos de rol. Vamos, que antes los "roleros" eran poco menos que asesinos en serie (incluso hoy a veces te miran raro si se te ocurre mencionar que juegas al rol), y ahora les han pasado el relevo a las redes sociales...

El caso es buscar algún entretenimiento y algún culpable de ciertas cosas que pasan. Más o menos como lo que hacen algunos de echar la culpa únicamente al mal estado de las carreteras cuando hay un accidente. En fin...

3 de marzo de 2010

Informáticos, esos incomprendidos...

No sé si habrá sido una simple casualidad, pero después de leer ayer en varios periódicos que el gobierno de España ha decidido darle de nuevo un empujón al sector de la construcción para paliar la crisis, me enviaron por correo electrónico una viñeta que creo que no tiene desperdicio. Al leerla, no pude evitar que me vinieran a la mente mis compañeros de trabajo, que son informáticos en su mayoría, y que más veces de las que quisieran se encuentran en su día a día con cosas como esta...

Con esto quiero rendirles un pequeño homenaje a todos ellos, que supongo que se sentirán bastante identificados con la situación. A veces no nos damos cuenta de lo dura que puede llegar a ser la vida de los informáticos...

1 de marzo de 2010

Cuadernos germánicos (VII): Coblenza

Columna de la historia
Uno de los días de este viaje nos lo tomamos totalmente de relax y dedicamos la jornada completa a realizar uno de los típicos paseos en barco por el Rin, en nuestro caso el trayecto que separa las ciudades de Maguncia y Sankt Goarshausen.

Nos separan sólo 102 kilómetros de Coblenza, así que al día siguiente salimos de Maguncia por la mañana temprano pero con tranquilidad. Llegamos allí sobre las 9 y buscamos un sitio donde dejar el coche. Esta vez aparcamos casi en pleno centro, porque el casco antiguo y casi todos los sitios de interés de la ciudad están bastante cerca unos de otros (excepto alguna cosa puntual que se encuentra a las afueras).

Echamos a andar desde un aparcamiento muy céntrico, concretamente el que está en la misma plaza en la que se encuentra la Historiensäule (columna de la historia), que es una fuente con una escultura que representa 2.000 años de la historia de Coblenza en diez escenas, situadas unas sobre otras. Junto a ella hay una pared con las oportunas explicaciones sobre cada una.

Cuatro torres
Vamos caminando en dirección al centro y pasamos por la puerta del Rathaus (ayuntamiento). Un poco más adelante llegamos a Vier Türme (cuatro torres), que se encuentra en la intersección de las dos calles más céntricas de Coblenza: Löhrstrasse (la calle más comercial) y Altengraben. Se llama "cuatro torres" porque los cuatro edificios que confluyen en este cruce de calles, que datan del siglo XVII, tienen una fachada con multitud de detalles y un mirador grabado y pintado.

Florinskirche
Un poco más adelante nos encontramos con Liebfrauenkirche (iglesia de Nuestra Señora), una iglesia muy curiosa por su mezcla de estilos: su origen es románico, su coro gótico y sus cúpulas barrocas. Lo más llamativo es su bóveda pintada, y está abierta todos los días; la entrada es gratuita. Cerca de ella se encuentra Florinskirche (iglesia de San Florin).

Nos dirigimos hacia la confluencia de los ríos Rin y Mosela y pasamos por el Mittelrhein-Museum (museo del Rin medio), que ofrece diversas muestras de la historia de la región, destacando su colección de cuadros paisajistas del Rin romántico del siglo XIX. En la fachada del museo, justo debajo del reloj, está la figura del Augenroller, que gira los ojos (de ahí su nombre) y saca la lengua en las horas en punto y en las medias. No nos da tiempo a verlo en acción, así que decidimos seguir viendo cosillas y volver un poco más tarde.

Deutsches Eck
Por último, al llegar al punto en el que confluyen los dos ríos, vemos Deutsches Eck (esquina alemana), que es un mirador construido sobre un banco de arena. Su nombre proviene de Deutscher Ritterorden (orden de los caballeros teutones, que tuvo aquí el espacio donde construyó su casa). A las espaldas de Deutsches Eck, dominando el lugar, se encuentra la estatua del káiser Guillermo I. Es una estatua enorme, como era habitual en el estilo de finales del siglo XIX, y la original fue destruida durante la Segunda Guerra Mundial. El pedestal estuvo vacío un tiempo, durante el cual sirvió de monumento a la unidad alemana hasta que se produjo la unificación real en 1990.

Basilika St Kastor
Volvemos sobre nuestros pasos, hacia el centro de nuevo, y llegamos a la Basilika St Kastor (basílica de San Castor), que data del siglo XII aunque sus orígenes más antiguos se remontan a los tiempos de los romanos. En la antigüedad, la basílica fue el principal centro cultural y religioso de la ciudad; actualmente atrae a muchos visitantes por los tesoros que alberga en su interior, especialmente lápidas y pinturas que datan desde la Edad Media hasta el siglo XVIII. La entrada es gratuita.

Junto a St Kastor se encuentra Deutscheherrenhaus (hogar de los caballeros teutones), que antiguamente llegaba hasta lo que hoy es el Deutsches Eck. En su día perteneció a los caballeros teutones y actualmente alberga el Ludwig Museum, que muestra colecciones de arte francés y alemán posterior a 1945.

Augenroller
Regresamos al coche y esta vez sí, nos da tiempo a ver al Augenroller en acción, aunque en la foto lo pillamos justo cuando acaba de meter la lengua. Habrá que volver algún día a ver si hay suerte, que se está haciendo demasiado de rogar...

Para terminar la visita, decidimos acercarnos hasta Festung Ehrenbreitstein (fortaleza Ehrenbreitstein), que está situada en la margen derecha del Rin, justo encima del Deutsches Eck, y es una de las fortalezas más grandes del siglo XIX. Ya no queda en pie nada del castillo original de la Edad Media, ya que fue destruido por las tropas francesas en 1801, pero aún se pueden ver sus restos.

Kloster Eberbach
Por la tarde tenemos previsto visitar Rüdesheim, pero de camino hacia allí decidimos parar en un pequeño pueblo, situado a unos 20 kilómetros de esta localidad, llamado Eltville; nos hemos enterado, de pura casualidad, de que allí hay un antiguo monasterio cisterciense.

El hecho de la existencia de un monasterio cisterciense no nos habría llamado la atención a priori; pero en este caso sí, porque descubrimos que es precisamente en él donde se rodaron algunas de las escenas de la película El nombre de la rosa. Empleamos un buen rato en visitar el exterior, con unos jardines cuidadísimos y en mitad de un bosque, y después decidimos ver el interior. Es aquí donde descubrimos algunos lugares que nos resultan familiares por la película; entre ellos, la iglesia y el scriptorium. Para los interesados, los folletos informativos están en español, entre otros idiomas.

Después de está interesante visita, nos dirigimos hacia Rüdesheim.

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